Protegida Por Dios del Enemigo
“Líbrame de mis
enemigos, Dios mío; ponme a salvo en lo alto], lejos de los que se levantan contra mí.” - Salmo 59:1
Natalia se
apartó bruscamente de la mesa de la sala de descanso y arrugó su bolsa de
almuerzo en sus manos. Levantándose, arrojó su almuerzo a la basura. “Mis compañeros
regresaran pronto” pensó ella. Suspirando contemplo esa idea. Ya ellos no la
trataban cariñosamente.
Su nuevo
trabajo parecía un sueño realidad, por lo menos al principio. Pero luego sus
compañeros empezaron a excluirla de sus conversaciones. Cada vez y más a menudo
se reían de sus bromas privadamente, pero cuando Natalia intentaba unirse con
ellos, la conversación se detenía por completo. Luego existían aquellos
rumores.
A poco
tiempo de haber sido contratada en su nuevo trabajo, el equipo de Natalia
comenzó a especular sobre la administración. Los chismes sobre la vida personal
de su jefe descarrilaban la agenda en casi todas las reuniones de
planificación.
Natalia no
sabía cómo manejarlo, y mucho menos como detenerlo.
¿Alguna vez
te has sentido como Natalia? ¿Alguna vez te has sentido entre lo que sabías que
era correcto o no, pero querías ser parte del grupo? Quizás repetiste un chisme
o pasaste un rumor a otros, solo para ser parte del grupo. Querías que te
aceptaran como parte de ellos…
Chismes,
mentiras, insinuaciones, rumores. Todas sabemos que son incorrectos. Pero
muchas veces, como Natalia, nos sentimos bajo ataque. Anhelamos protección
contra la tentación, incluso mientras inventamos excusas para justificar unirnos
a ellos. En momentos así, el Espíritu Santo nos recuerda:
“Porque nuestra lucha no es contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
poderes[a] de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.” - Efesios 6:12
Satanás es verdaderamente nuestro único enemigo. Los
seres humanos que nos rodean no lo son. Cuando somos tentados, podemos correr a
refugiarnos bajo la sombra de la cruz de Cristo, la cruz donde Jesús luchó
contra la tentación y venció el pecado por nosotros. La cruz donde nuestro
Salvador aplastó el poder de Satanás, para siempre. Por siempre.
En la cruz,
estamos perfectamente protegidos. Nuestro Salvador lucha por nosotros, incluso
mientras trabaja en nosotros, transformándonos cada vez más a su propia imagen.
Tu que
sabes y has visto el poder de Dios en tu vida, deja que Él te guíe, te encamine
y deja ya las cosas que el mundo te pueda ofrecer. De lo contrario, nunca
encontraras la verdadera felicidad. Te encontraras con grupos, personas y si, aún
amistades cercanas que te desviarán de tu propósito, de tu familia, y destruyen
en ti lo que Dios ya te ha prometido. Seamos realistas, ellos no tienen la
culpa, pues no conocen a Dios o el Poder de Él, pero tú sí. Entonces también es
tu culpa, pues hay un gran refrán que dice: “dime con quién andas y te diré
quien eres.”
Entonces,
mujer, aprende a escoger tus amistades, tus grupos de trabajo para que estos no
te descarrilen de tu propósito, de tus promesas y de tus bendiciones. De lo
contrario, te volverás como ellos, y tu victoria se convertirá en un proceso
doloroso hasta que tú te des cuenta, que lo que verdaderamente vale es lo que
Dios piensa y lo que Él quiere para ti. Si te alejas de personas como estas y
te anclas en Él, siempre serás protegida por Dios del enemigo. Como dice - 1
Samuel 15:22 “Es mejor obedecer que
lamentar”….¿no lo crees?
“Eres Princesa
de Dios y Naciste Para Reinar”
- Dra.
Sarah Barek
www.mujeresunidasinternacional.org
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